Eres mucho más que la suma de mis recuerdos, tu fantasma sigue desfilando frente a mis pupilas con cada canción que dejaste impresa en mis tímpanos. No recuerdo cuando fue la última vez que escuché tu risa, pero ahora que lo pienso no sé si sería sincera, aquel sábado que se convirtió en domingo con el pasar de las copas, tu risa estallaba y no me dí cuenta en que momento pasó sigilosamente a burla.
Cómo te has de haber burlado de mí, yo haciendo planes para un futuro en el que por supuesto te incluía y tú haciendo maletas para irte de mí en un viaje en el que jamás contemplaste tu regreso.
Me enseñaste a entender las canciones en inglés, sin que con eso supiera qué decían las letras, aprendí a entenderlas por las emociones que despertaban en mí cuando estabas conmigo.
Las estadísticas de nuestros días juntos, muestran que hubo etapas en las que de cada 3 veces que nos veíamos, en dos ocasiones peleábamos, a veces pienso que adorabas discutir conmigo, por las reconciliaciones, siempre supiste hacerme sentir culpable, pese a que estúpidamente siempre me jacté que yo tenía en un puño la relación y un puño fue el que encontré sobre mi cara aquella noche calurosa del mes de abril cuando por teléfono escupiste las palabras más venenosas que pudieron haber salido de tu boca: no me busques más.
Tú boca... esa boca que tanto me besó, esa boca que tantas veces pronunció la palabra: TE QUIERO, la dijiste tantas veces que hasta yo, escéptica en todo aquello que oliera a ternura, te creí.
No se cuánto tiempo más tu recuerdo seguirá guardado en el desván de mi memoria, quizás hasta que una mañana, me decida a hacer limpieza en ese cuarto y decida arrojar todo lo tuyo al cesto de la basura, hasta entonces corazón... hasta entonces vivirás conmigo.
Cómo te has de haber burlado de mí, yo haciendo planes para un futuro en el que por supuesto te incluía y tú haciendo maletas para irte de mí en un viaje en el que jamás contemplaste tu regreso.
Me enseñaste a entender las canciones en inglés, sin que con eso supiera qué decían las letras, aprendí a entenderlas por las emociones que despertaban en mí cuando estabas conmigo.
Las estadísticas de nuestros días juntos, muestran que hubo etapas en las que de cada 3 veces que nos veíamos, en dos ocasiones peleábamos, a veces pienso que adorabas discutir conmigo, por las reconciliaciones, siempre supiste hacerme sentir culpable, pese a que estúpidamente siempre me jacté que yo tenía en un puño la relación y un puño fue el que encontré sobre mi cara aquella noche calurosa del mes de abril cuando por teléfono escupiste las palabras más venenosas que pudieron haber salido de tu boca: no me busques más.
Tú boca... esa boca que tanto me besó, esa boca que tantas veces pronunció la palabra: TE QUIERO, la dijiste tantas veces que hasta yo, escéptica en todo aquello que oliera a ternura, te creí.
No se cuánto tiempo más tu recuerdo seguirá guardado en el desván de mi memoria, quizás hasta que una mañana, me decida a hacer limpieza en ese cuarto y decida arrojar todo lo tuyo al cesto de la basura, hasta entonces corazón... hasta entonces vivirás conmigo.
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