Historias de amor ::. ¿Para qué volviste?

Historias de amor ::. Relatos de amor

No supo nada de Santiago durante un año hasta que, un día, abrió su correo y había un mensaje de él que decía: Nostalgia. Su corazón empezó a palpitar con mayor intensidad, antes de abrirlo, y no pudo contener las lágrimas cuando terminó de leer aquellas palabras de añoranza de un amor que él mismo había mutilado.


Le contó que había culminado de leer un libro y se acordó de ella, de sus sueños juntos, de cuántas veces quiso buscarla, pero optó por ser prudente y refugiar sus deseos de volver a verla. Le repitió que siempre fue una compañera ideal y que la nostalgia lo embargó por eso quiso enviarle un beso, a través de ese correo.

Se secó las lágrimas, respiró profundamente, y pensó: ¿Le respondo o no? Lo hizo. Escribió que lo extrañó mucho y que aún lo pensaba antes de dormir porque olvidarse de él era un imposible, a pesar de sus intentos frustrados. Que siempre esperó una señal de él pero nunca llegó, hasta ahora, y finalizó el mail con un te quiero mucho.

Al otro día, Santiago le propuso salir y ella aceptó feliz. No pudo concentrarse en el trabajo imaginándo que volvería a abrazarlo, besarlo, tomarlo de la mano, acariciar sus cabellos y decirle que no se vaya nunca más de su lado porque, aún, lo amaba.

¿Qué se siente ver, después de un año, a quien fue el amor de tu vida?

Se encontraron en un parque de Miraflores que tiene vista al mar y que ha sido testigo del amor que ambos se profesaban hace unos años cuando se daban color a sus días y las dudas no existían, solo certezas de enrumbarse en un sendero pedregoso, quizá, pero un caminito de los dos que irían construyendo de a pocos.

Se saludaron con un beso en la mejilla y caminaron sin mirarse, muy seguido, a los ojos. Conversaron de miles de experiencias que les habían sucedido a ambos. Sonrieron de los anecdortas que recordaban, hasta que en un momento, él la tomó de la cintura y la besó. Deslizó su mano por la espalda de su antigua compañera y la aferró a sus brazos.
-Te he extrañado mucho, mi amor, le dijo ella.
-Yo, también, respondió Santiago, y le susurró al oído: vamos a mi casa, ¿ya?

Se hicieron el amor como nunca antes a pesar de los dos años de relación. Sus cuerpos encajaban maravillosamente y parecía uno solo en movimiento. El instante tenía una oleada de ternura y perfección, que ella deseaba que fuese eterno. Ella se recostó en los brazos de Santiago, y él la acurrucó con suaves cariños en la piel. La rosa que ella le había regalado en un cumpleaños aún descansaba en un florero en la mesa de noche.

Al amanecer, ella lo despertó con un beso en los labios. Tenía que apurarse porque trabajaba ese día muy temprano. Al salir de la casa y en medio de la bruma del alba, ella lo tomó de la mano pero él, torpemente, la soltó. Quiso llorar, pero se resistió. Había comprendido que fue un encuentro de una noche y nada más. Al despedirse esperó, aunquesea, una señal pero Santiago guardó silencio y solo le dio un frio beso en la mejilla.

Ese día, y al otro, no hubo llamadas, ni mensajes, solo una honda pena que parece no cesar, una herida que había cicatrizado y que volvió a sangrar. Había aprendido a vivir sin él y a cuestas, pero apareció de nuevo. ¿Para qué volviste, si ya empezaba a olvidarte?

1 comentarios:

  Anónimo

22 de marzo de 2013, 2:00

Es... Hermoso :'(